miércoles, 22 de mayo de 2013

TRIPLEX ACIES IV: Terror gallicus.


Toda la información que nos ha llegado de los celtas proviene del mundo grecolatino ya que los celtas eran un pueblo analfabeto en que los únicos poseedores de la cultura eran los druidas y bardos muy perseguidos durante la ocupación romana de la Galia y que solamente se salvo su cultura el las tierras periféricas de Irlanda, Britania y en otros pequeños enclaves más. Las primeras referencias nos llegan de los griegos en el S.VI a.C. de la mano del cronista Éforo a los que equipara con el resto de barbaros como los ilirios y escitas. Los griegos comerciaban con los celtas a los que llamaban keltoi y los tenían por un pueblo de gigantes (1'80 de media) bárbaros capaces de vender a un esclavo por un ánfora de vino.

La guerra para los celtas era uno de los pilares fundamentales de su sociedad ya que el guerrero era la cúspide de su sistema. Un guerrero famoso se rodeaba de otros guerreros a modo de clientelismo para formar una fianna (nombre irlandés, en otros lugares del mundo celta recibía otros nombres) era una partida de guerreros de número muy variable, que seguía a ese caudillo en diferentes tipos de combates: Robo de ganado, venganza de una afrenta, asalto de un castro o unirse a un ejército en expedición a tierras “civilizadas” para saquear sus riquezas o servir como mercenarios.

Así pues para los celtas la guerra era un aspecto fundamental para el hombre libre y era la base para su ascenso.


La batalla en el mundo celta tenía muchas connotaciones religiosas y místicas. Muchos guerreros acudían al campo de batalla con el desnudo ritual, pero otros utilizaban armaduras de anillas y casco. El escudo era básico, una falta de respeto a la diosa de la guerra no acudir al campo de batalla con el. Por otra parte la lanza era el arma más utilizada aunque la espada era el arma de prestigio.

Dos héroes se desafían por luchar los primeros.
LA BATALLA

Los guerreros se desplegaban juntos siguiendo a su caudillo en riguroso orden de estatus. No había reservas de ningún tipo, los celtas ponían toda la carne en el asador, no es de extrañar que sus derrotas siempre acabasen en un trágico baño de sangre. La batalla comenzaba con el ensordecedor grito de los guerreros apoyado por los carnyx (trompetas largas con forma de cabeza de jabalí). Después se sucedía la carga, era tan veloz que dejaba pasmados a sus enemigos, durante su marcha algunos guerreros lanzaban venablos y jabalinas pero en general simplemente se buscaba un choque; no existía el concepto de formación esto posiblemente esté justificado por el uso de espadas largas que se usan para cortar con lo que necesitan más espacio que la gladius romana punzante; fuere como fuere el frenético ataque culminaba con la desbandada de uno de los dos bandos. Algunos autores aseguran que este tipo de ataque era contraproducente para los celtas sobretodo contra formaciones cerradas y en mi opinión es de un reduccionismo simplista, puede que en algunas batallas si lo fuera pero en muchas los celtas fueron muy capaces de mantener una línea de batalla e incluso prolongar un combate como se demostró en Cannas 219 a.C.

LOS CELTAS EN IMPETVS

De todos los ejércitos para Impetvs este es el que representa desde mí punto de vista el ideario de horda como concepto de juego, un enjambre de salvajes que se lanzan velozmente al asalto, sin demasiado control y dispuestos a destrozar casi cualquier unidad que se les ponga por delante; gracias a su elevado factor de ímpetu (4 por lo general). Desplegar un ejército celta supone por lo general poner en la mesa 1/3 parte más de peanas que tu contrincante; en definitiva nuestro contrario se verá superado numéricamente lo cual redunda en la moral “¿¡Vas a dejar de sacar peanas o que!?” Aunque la mayoría de peanas cuentan con un valor de disciplina tipo C ¡Y encima impetuosos! Es por tanto un ejército indisciplinado y poco dado a las sutilezas tácticas; esto se puede contra restar mediante la inclusión masiva de líderes (hasta el máximo de 4) en las unidades; con esto mejora el atributo de disciplina y contra restamos la reducida distancia de mando (de hecho lo mejor es no gastar ni un punto en esta característica, con tanto mando pululando por la mesa la distancia de mando no necesita más del básico 10U; las órdenes llegan igual por lo apiñados que se despliegan. Cuantos más mandos mejor se transmiten las ordenes y más acciones haremos después que nuestro contrincante. Esto de llevar muchos mandos a priori suele resultar un engorro no lo es en absoluto con los cazadores de cabezas pues a la larga uno o dos de nuestros mandos siempre actuará último libre del peso que supone una reacción contraria.

Además las peanas mueven al máximo de 10U y si tenemos en cuenta que para abaratar costes la segunda peana sale a coste más reducido pues tenemos unidades grandes de dos o tres peanas. Un compañero llevo hace un tiempo todas las peanas en solitario y no se le dió tan mal muchas acabaron perdiendo el bono de ímpetus pero la gran mayoría llego al contacto frescas y lozanas dispuestas a picar carne.

Por lo que respecta al resto de peanas de las listas tenemos una caballería CM resultona, no para tirar cohetes pero puede hacer acciones de rotura o tapón en caso de tener algún problemilla en la línea.
En el otro extremo tenemos los carros de guerra (son mis favoritos) al enemigo le suelen causar desasosiego, ciertamente no son para tanto pero desvían un montón de atención por parte de nuestros contrincantes. Por lo que respecta a los S pues pasa un poco como con los CM funcionan como en otras listas aunque le dan algo de disparo a un ejército bastante escaso en estas armas.

Como contrapunto hay que admitir que al ser un ejército grande en número de miniaturas, incluso para los cánones de Impetvs; generalmente pongo unas seis minis por peana, con diez peanas suponen de base esas sesenta miniaturas llenas de detallitos y colorido. Además al ser un ejército poco dado a las variaciones de lista puede caer fácilmente en la batalla recurrente (repetición sistemática de la misma partida) con lo que la inversión en tiempo y dinero no acaba de compensarnos nunca; yo he optado por darles salida utilizándolos como mercenarios de mis otros ejércitos y los uso esporádicamente de forma autónoma, así le doy salida a las miniaturas y de vez en cuando y no me siento tan mal por tenerlos abandonados.



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